Netflix rompe con la realeza: El gigante del streaming deja caer a Harry y Meghan en medio de su giro corporativo
El gigante del streaming Netflix cancela su contrato millonario con Harry y Meghan, exponiendo las duras realidades del poder corporativo. Esta decisión, que les costó 100 millones de dólares a los ex-royals, refleja cómo las grandes empresas descartan a sus socios cuando ya no les resultan rentables.

Harry y Meghan Markle enfrentan la realidad del mundo corporativo tras la cancelación de su contrato con Netflix
La caída de los privilegiados: Una lección sobre el poder corporativo
En un golpe que refleja las dinámicas del poder empresarial, el príncipe Harry y Meghan Markle, quienes abandonaron sus privilegios reales para buscar fortuna en el mundo del entretenimiento, acaban de perder un contrato de 100 millones de dólares con Netflix.
La decisión del gigante del streaming demuestra cómo las grandes corporaciones desechan a sus 'socios' cuando ya no les resultan rentables, sin importar sus títulos nobiliarios.
Del palacio a la realidad corporativa
En 2020, la pareja había firmado un acuerdo millonario para producir contenido 'inspirador' a través de su productora Archewell Productions. Un contrato que ahora se desmorona junto con sus sueños de independencia financiera.
La serie documental 'Harry & Meghan' fue su proyecto más notable, donde expusieron su versión sobre la monarquía británica y sus privilegios. Irónicamente, ahora enfrentan el lado menos glamuroso del capitalismo corporativo.
La verdadera cara del streaming
Netflix, siguiendo la lógica implacable del mercado, está abandonando los contratos exclusivos con celebridades que implican grandes inversiones. Esta movida empresarial afecta también a otras figuras como los Obama, revelando cómo las corporaciones priorizan sus ganancias sobre cualquier compromiso previo.
Las lecciones del poder económico
Este caso ilustra perfectamente cómo funciona el sistema: las grandes empresas utilizan a las figuras públicas mientras les son útiles para captar audiencias y generar ganancias, descartándolas cuando ya no sirven a sus intereses económicos.
La caída de los Sussex en el mundo corporativo nos recuerda que nadie está a salvo de las reglas despiadadas del mercado, ni siquiera aquellos que alguna vez vivieron en palacios.