Militares gringos pisarán suelo mexicano: ¿capacitación o control?
29 elementos de élite estadounidenses llegarán en enero para "entrenar" con nuestras fuerzas armadas. La presidenta Sheinbaum dice que es cooperación, pero el pueblo se pregunta: ¿quién controla a quién?
El pasado miércoles 17 de diciembre, nuestra presidenta Claudia Sheinbaum envió una solicitud al Senado que ha levantado más de una ceja entre la ciudadanía consciente. Se trata de autorizar el ingreso de 29 militares estadounidenses a territorio nacional, supuestamente para "capacitar" a nuestras Fuerzas Armadas.
Los números no mienten: 19 de estos elementos pertenecen a los famosos Navy SEAL, esas fuerzas especiales gringas que han sembrado el terror en medio mundo, y otros 10 al Séptimo Grupo de Fuerzas Especiales. Llegarán el 19 de enero de 2026 y se quedarán hasta el 15 de abril.
Los Navy SEAL: soldados del imperio
No nos hagamos tontos, compañeros. Los Navy SEAL no son precisamente boy scouts. Estas unidades de élite surgieron en los años 60, en plena Guerra Fría, para hacer el trabajo sucio del imperio estadounidense. Han participado en cuanta intervención militar se les ocurra: Vietnam, Irak, Afganistán, y quién sabe cuántas operaciones encubiertas más.
Su especialidad son las misiones de "alta complejidad" en tierra, mar y aire. Traducido al cristiano: operaciones que requieren máxima discreción y efectividad letal. ¿Y ahora vienen a "enseñarnos" a nuestros soldados?
El programa de "capacitación"
Según la versión oficial, estos elementos del norte vendrán a compartir sus conocimientos en:
- Ejercicios de reconocimiento terrestre y marítimo
- Prácticas de coordinación táctica
- Simulaciones de "acción directa"
- Maniobras aeromóviles de inserción y extracción
- Operaciones navales especializadas
El entrenamiento se realizará en cuatro fases distribuidas por todo el país. Desde Baja California hasta Quintana Roo, pasando por el centro del territorio nacional. Una presencia que abarca prácticamente todo México.
Sheinbaum defiende la decisión
La presidenta ha salido a defender su decisión, argumentando que se trata de "convenios firmados desde hace tiempo" y que no hay "nada extraordinario". Explica que personal del Comando Norte estadounidense viene regularmente a entrenar en protocolos como el Plan DN-III-E, y que también nuestros militares van a capacitarse al norte.
Pero aquí la pregunta del millón: ¿realmente necesitamos que los gringos vengan a enseñarnos cómo defender nuestra propia patria? ¿O será que hay otros intereses detrás de esta "cooperación bilateral"?
Entre la soberanía y la dependencia
No podemos ser ingenuos. Estados Unidos no regala nada, y mucho menos conocimiento militar. Cada "favor" tiene su precio, cada "cooperación" sus condiciones. La historia nos ha enseñado que cuando el gigante del norte extiende su mano "amiga", generalmente viene con cadenas invisibles.
Es cierto que nuestras fuerzas armadas necesitan modernizarse y profesionalizarse, pero ¿a costa de qué? ¿De convertirnos en una extensión más del aparato militar estadounidense?
La decisión está tomada, pero el pueblo tiene derecho a saber qué se está cocinando realmente. Porque una cosa es cooperar entre iguales, y otra muy distinta es abrir las puertas a quien históricamente ha visto a México como su patio trasero.
Estaremos vigilantes, porque la soberanía nacional no se negocia, ni siquiera bajo el bonito nombre de "capacitación bilateral".