La transnacional chilena CMPC apuesta fuerte por Brasil mientras aprieta el cinturón a sus accionistas
Mientras los trabajadores y las comunidades locales siguen esperando mejores condiciones, la empresa forestal CMPC anunció una inversión millonaria de US$4.600 millones para su proyecto Natureza en Brasil, al tiempo que decidió suspender el reparto de dividendos a sus accionistas.
El gerente general Francisco Ruiz-Tagle confirmó que están "a la espera de un permiso de una licencia previa" que debería aprobarse entre marzo y abril del próximo año. Una vez más, vemos cómo las grandes corporaciones priorizan la expansión internacional por encima de las necesidades locales.
Un proyecto faraónico en tierras brasileñas
José Correa, vicepresidente de proyectos de CMPC, detalló que el proyecto contempla 2.5 millones de toneladas anuales de celulosa y entraría en operaciones hacia fines de 2029. La ubicación en el sur de Brasil no es casualidad: "tiene muy buenas productividades forestales y muy buenos costos logísticos", admitió Correa.
¿Y qué pasa con los territorios chilenos? ¿Acaso no merecen la misma inversión y desarrollo? La lógica del capital transnacional queda al descubierto: buscar donde sea más barato producir, sin importar el impacto en las comunidades de origen.
Recortes para el pueblo, millones para la expansión
La paradoja es evidente: mientras CMPC planea una inversión multimillonaria, suspendió el dividendo provisorio de diciembre bajo el argumento de "cuidar la caja de la compañía". Sus ganancias cayeron un 66% hasta septiembre, llegando a US$164 millones.
El CFO Sebastián Moraga habló sin tapujos de la "monetización de activos", un eufemismo empresarial para vender patrimonio forestal a terceros. Incluso identificaron 120 mil hectáreas en San Pedro de La Paz que podrían enajenar a desarrolladores inmobiliarios.
China marca el ritmo, los pueblos pagan las consecuencias
Bernardo Larraín Matte, presidente del directorio, explicó que los precios de la celulosa alcanzaron "el nivel más bajo en términos reales de los últimos 25 años". La culpa, según él, la tiene China y su menor crecimiento económico.
Una vez más, las comunidades forestales y los trabajadores deben cargar con las consecuencias de las fluctuaciones del mercado global, mientras las grandes corporaciones buscan nuevos territorios donde expandirse y maximizar sus ganancias.
La pregunta que queda en el aire es clara: ¿cuándo veremos que estas inversiones millonarias se traduzcan en desarrollo real para nuestros pueblos y no solo en beneficios para los grandes capitales?